Pocas cosas debe haber más repugnantes que robar recursos destinados a salud y educación. El dinero presupuestado para comprar medicamentos para hospitales públicos, las mochilas con útiles de distribución gratuita y la alimentación escolar debiera ser sagrado e intocable. Tiene que ver con la atención de los enfermos, el aprendizaje en el aula y el refuerzo alimenticio, a veces la única comida del día, que le proporciona la escuela a centenares de miles de niños.
Y es ahí, precisamente, en donde meten sus inmundos hocicos los saqueadores del Tesoro.
Los datos difundidos por el senador Jorge Querey, médico especializado en terapia intensiva, sobre las demenciales sobrefacturaciones de medicamentos en el Instituto de Previsión Social, exponen una fétida sentina de negocios negros que mercaderes particulares perpetran con el Estado. Decirles proveedores sería elogiarlos.
Querey ofrece un cuadro muy detallado de las especialidades farmacéuticas con mayor sobre facturación. Por ejemplo, el específico denominado octreotida acetato, indicado para tumores gastroinestinales, tiene una sobrefacturación de 472 %. Y la temozolamida, destinada a tratar tumores cerebrales, está sobrefacturada en un 471 %. El denunciante identifica 10 medicamentos con un sobreprecio que, en el “menor” de los casos, es de 156%. En números redondos, más de Gs. 80.000 millones regalados a delincuentes.
Lo más indignante es que todo esto se sabe desde hace años. Querey lo que ha hecho es sacar a paletadas la porquería que se ha estado ocultando en la cámara séptica durante todo este tiempo. Bien por el senador. Ahora falta que el Estado asuma el agravio y radique la denuncia en la Fiscalía de Delitos Económicos o donde sea que deba litigar.
Esta asociación para delinquir es tan alevosa que el Presidente de la República, cuyo hermano ha estado al frente del IPS, tendría que ser el primero en despejar la bruma, patear el tablero y arrasar con todas las cuevas de ladrones ocultas en ese mastodonte administrativo. Es demasiado dinero destinado a la salud que ha sido robado y que va seguir siéndolo si el propio MAB no clava su bandera de batalla contra la corrupción.
Mucha gente, harta de no recibir la atención que busca en su institución de salud, va a agradecérselo.
Esperemos que no mire para otro lado.