martes, diciembre 2

Pantallas y evaluaciones

Hoy día no es nuevo que tengamos frente a nuestro rostro pantallas que podemos usar para aprender, conocer, gestionar y vigilar espacios o a otras personas para que estén seguros y libres de amenazas, que existen también si estamos muy conectados con el mundo virtual y no tanto con el real. 

La tecnología es la responsable del que estemos buscando atención o respuestas de nuestras redes o muy conectados a esas herramientas porque generan hormonas de satisfacción cómo la dopamina, endorfina y oxitocina y esto hace que estemos con los ojos abiertos y secos, como los cuellos encorvados controlando lo que busquemos o necesitemos saber o conocer.

Aprender a entender

La psicóloga experta en desintoxicación española Noelia de la Paz dice; «Muchos padres prohíben las pantallas en vez de acompañar a los niños en su uso». Y a su vez tampoco pueden dejar de lado el “espejo negro” que nos separa más que conectarnos, y esto lo podemos notar en encuentros sociales cómo cumpleaños, aniversarios o cualquier acontecimiento que tenga mesas, sillas y las comodidades para integrar a la comunidad y no buscar que la misma “esté pero no esté”, o físicamente se encuentre en la convocatoria, pero mental o emocionalmente no esté conectado con el grupo de compañeros, parientes o conocidos  

Por este motivo la psicóloga cuestiona; ¿Que es más sano prohibir o acompañar?, es oportuno también medir la cantidad de tiempo que estamos frente a la pantalla siendo adolescentes, jóvenes o adultos. Porque ahora este dilema de comportamiento y actitud frente a la tecnología no afecta solo a los más jóvenes, sino también alcanza a las personas de edad.

Efectos conocidos

Un estudio ha encontrado que los hombres pasan más tiempo jugando videojuegos (24% vs 7%), mientras que las mujeres dedican más horas a redes sociales (42% vs 26%), evaluación que, sin dar valor al género de usuarios, preocupa porque lo que ocupa la atención de estas personas no son tareas prácticas para su vida, sino entretenimiento y socialización. Los mismos que forman parte de las alternativas que nos ofrecen las herramientas que tengamos en nuestros bolsos o bolsillos y no lo usemos para investigar, diseñar, vigilar o calcular lo que nos exija el estudio, empleo o serias tareas que debamos cumplir, y no solo usan dispositivos de manera distinta: también viven efectos distintos. 

La comparación constante, la presión social y el juego competitivo no impactan igual a todos los adolescentes, y las brechas de género son imposibles de ignorar en este campo. Hay que atender sus consecuencias.