Así cómo existen muchos obesos en el mundo también hay industrias de todo tipo que los alimentan, entretienen, informan y viven de lo que paguen para vivir sanos o no. HJay empresas que tienen cómo prioridad que la persona tenga sobrepeso y es una pena.
Al querer reducir los kilos que le incomodan o significan una amenaza para sus vidas va a nutricionistas, hace dietas, va a gimnasios y se hace de atuendos deportivos, muchas veces para que ocupen un lugar en sus armarios sin nunca haber sido usados para sudar algo caminando, pedaleando o moviendo el cuerpo en alguna actividad física. Hacer la tarea de bajar de peso es tan pesado como el peso mismo.
Otra industria diseñada particularmente alrededor de los gordos un medio francés publica que; “El tratamiento público de la obesidad debe dirigirse a la industria alimentaria”, que según documentales, organizaciones y personas que investigan el tema es una industria que no alimenta para el bien del consumidor sino que lo perjudica. Desarrollar alimentos” procesados nos afectan a todos con productos que pueden contener elementos que los vuelvan adictivos con el fin de continuar su producción y consumo por la persona que viva en condiciones de obesidad.
La obesidad mata a 5 millones de personas al año (según el Instituto de Medición y Evaluación de la Salud), casi el doble que la malaria, la tuberculosis y el VIH juntos en el mundo.
En 2020, había ya en el mundo más de 2.600 millones de personas con sobrepeso y este valor podría incrementarse en más de un 50% hasta 2035. Lo que implica tener mucho cuidado con lo que y cuánto comemos.
Atacar la industria que genera sobrepeso
La causa principal de los decesos es conocida como la evolución del sistema alimentario, na “evolución” que no significó una mejor calidad de vida para el comensal sino todo lo opuesto. Muchas veces por ansiedad no lograr satisfacer un gusto particular se inclina a esa “comida chatarra” que no es más que otra causa del aumento del peso cómo también el mal hábito del sedentarismo y todo lo que conspire contra la buena salud estética y por sobre todo del óptimo funcionamiento de nuestro organismo dentro del cuerpo que es lo que se ocupa de tener lo exterior en orden. Hacer que el cuerpo funcione para algo más que el presumir por cómo uno luce en algún lugar o con alguna ropa en particular debe ser la tarea.
La obesidad es una enfermedad transmitida por los alimentos, y su tratamiento público debe basarse en los alimentos, sabiendo que tenemos tres enemigos principales: las calorías, el procesamiento y los productos químicos, especialmente los pesticidas.
Los químicos que se usan para destruir o controlar las malezas (herbicidas), plagas de insectos (insecticidas), plagas de roedores (rodenticidas), u hongos (fungicidas) pueden influir en que uno sea o no obeso. Una condición que debemos entender no es mala por cómo uno luzca sino sobre todo por los problemas que no son vistos y que en cualquier momento pueden detonar. Puede llevar a otros problemas de salud, incluyendo diabetes, enfermedad cardíaca y algunos cánceres.
Cambiar los hábitos
Deben existir reglas y políticas pro salud desde el hogar que uno habita con su familia o personas que lo acompañen en relación a lo que se come, cuánto y cómo es introducido a nuestro cuerpo. Un espacio privado y que debe ser cuidado por cada dueño del organismo que puede terminar mal si tiene malos hábitos en lo que coma o haga.
En realidad no es difícil reducir de peso si uno establece para sí mismo una rutina y con disciplina prusiana camina, nada, pedalea o hace algo que lo ayude a transpirar y por los poros sudar las calorías quemadas para evitar que estas calorías terminen quemando nuestras vidas por el exceso de malas comidas ingeridas.
Aunque sepan bien no es lo que debemos a acostumbrarnos a hacer de nuestra dieta cotidiana que debe incluir sin falta el consumo de alimentos orgánicos y libre de frituras, sal, azúcar, harina y todo lo que haga un alimento ofrecido y consumido en los supermercados o lugares dedicados a producir y vender alimentos. Nos deben servir y no servirse de nosotros para continuar industrias o crear nuevos negocios alrededor de personas afectadas por un mal que tarde o temprano se vuelve incómodo y puede terminar hasta con la vida de quien lo padece.