Las convulsiones armadas traen consigo muchos efectos negativos, ahora toca a Haití vivir esto desde el 2021 tras la muerte de su presidente Jovenel Moïse, que fue asesinado por narcotraficantes. Los mismos que por lo que trafican, cómo lo hacen y su peligrosa presencia armada en cualquier país representan una amenaza para la población que trabaja, estudia o desea moverse con tranquilidad por sus calles. El mismo espacio que pertenece a todos, y por eso debe tener seguridad y estar en buenas condiciones para garantizar salud, vida y bienestar para quien sea.
Existen muchas personas amenazadas por esta realidad, entre ellas los niños. Unos 300.000 niños son desplazados en Haití por la violencia, advierte Unicef, organización que trabaja para promover los derechos de los niños y niñas menores de 18 años en todo el mundo.
El número de niños desplazados por la violencia de las pandillas ha aumentado un 60% desde marzo, el equivalente es “un niño por minuto”.
Seres importantes porque representan el futuro de cualquier sociedad y deben existir siempre y bien para asegurar dicho tiempo desafortunadamente ahora no representa en esta isla con 11 millones de habitantes. Los mismos que intentan vivir entre complicaciones de su país que no se limita a ser el tener narcotraficantes armados, inestabilidad política, deudas, pobreza, exposición a desastres naturales.
Abandonado a su suerte
El debilitamiento de las estructuras estatales trae esto para una nación con muchos desplazados o personas forzadas a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o actividades económicas habituales por varias razones cómo desastres naturales, mala gestión política o existencia del narcotráfico. El número de niños desplazados por la violencia de las bandas aumentó un 60%. UNICEF estimó que hay cerca de 3 millones de niños en Haití, número que desciende por la realidad que les toca, y ahora para lograr sobrevivir dejan su tierra, familias, amigos y actividades habituales que si lograban continuar aseguraría una formación y desarrollo normal para sus vidas.
Los niños y adolescentes son doblemente víctimas de la violencia: además de verse obligados a desplazarse, a menudo sin sus familias, a abandonar la escuela y, en muchos casos, a no beneficiarse de las condiciones mínimas de supervivencia, son objeto de agresiones sexuales, explotación y abuso.
Ahora toca al presidente Ariel Henry presidir esta conflictiva isla del caribe, que además de tener el calor que ahora todavía no existe en sudamérica registra el elevado desplazamiento de sus menores de edad, algo que traerá consigo consecuencias para su mañana, porque hoy se ve afectada la franja poblacional que diseñaría, trabajaría y construiría el país para todos.
Quiero terminar con una frase que hace referencia a la niñez que debemos cuidar siempre, y me parece oportuna que sea publicada; «El niño que no sea abrazado y cuidado por su tribu hoy, cuando sea adulto, quemará la aldea para sentir su calor». Tiene mucha razón y Haití lo padece como otros países latinoamericanos.