La guerra pasa sobre los hombres como un vendaval de fuego y de muerte. Aún así, hay momentos de tan fuerte significado que pueden detener, aunque más no sea por algunos momentos, la locura de las trincheras.
Es lo que ocurrió durante la primera Navidad en la línea de batalla durante la guerra del Chaco.
En campamento paraguayo:
¡Querida Familia Schultz! Tengo la esperanza que esta carta les llegue a todos gozando de buena salud. Cuando les llegue, Navidad ya habrá pasado, pero a pesar de eso les deseo a todos felices fiestas y un próspero Año Nuevo. Para nosotros, aquí en el Chaco, no habrá fiesta ni nada para festejar; sin embargo, el 24 me acordaré de Uds. y soñaré con un pesebre o un árbol de Navidad. La época lluviosa ha comenzado, los ríos comienzan a crecer. En realidad, son lechos secos que solo en la época lluviosa se llenan de agua. En estas horas de descanso me pregunto: ¿por qué peleamos? Aquí faltan los hermosos bosques de nuestro Alto Paraná; no hay pequeños arroyos, colinas ni cerros. Es un paisaje triste. Me he jurado no permanecer más de lo necesario aquí, lejos de mi Alto Paraná. La muerte es muy triste, fea. Pero a Catita díganle que las violetas que me mandó las conservo conmigo”. (Soldado paraguayo Klaus Schultz, 1 de diciembre de 1932).
En campamento boliviano:
“Llegó una noticia. Se había firmado un alto al fuego por 24 horas por Navidad. Qué alegría en mi alma, pero qué tristeza en mi corazón. ¡Cómo podremos festejar la Navidad si estamos matándonos como animales…! Del hueco de mis ojos salieron lágrimas al recordar las navidades en mi casa. Todos en la casa siempre cumplimos con ayudar a mi madre en limpiar la casa, ayudar en la cena, que siempre era un lechón que mi padre metía al horno, justo a las 12. Todos en familia comíamos, y siempre mirábamos los regalos que mi padre con sus propias manos hacía con mucho cariño para sus hijos y mi madre siempre haciendo muñecas para las hijas. Cuando recuerdo eso, maldigo la guerra que me está quitando mi juventud… Es triste ver a los amigos morir. Sigo pensando en mi casa y en mis padres y hermanos. Dejo de escribir; tan solo quiero dormir”. (Soldado boliviano Alex Pedraza, 23 de diciembre de 1932).
Ambas historias fueron recogidas por el diario ABC Color en sus ediciones de diciembre de 2012 y 2019.