Se insinúan aquí las prácticas extorsivas del sindicalismo argentino
Los camioneros en paro exigen tener acceso a las pruebas mediante las cuales un juez está instruyendo sumario a cinco dirigentes transportistas locales bajo el cargo de extorsión a las autoridades. Voceros de los gremialistas solicitaron a la fiscalía que presente los elementos presuntamente probatorios de la extorsión por US$ 50.000 que contiene el acta de imputación. Esa es la condición previa para seguir negociando un levantamiento de la medida de fuerza.
Esta pretensión va mucho más allá de una aparente ignorancia de las etapas de un proceso judicial. Es la aparición en escena de prácticas típicas del sindicalismo argentino al estilo de los Moyano, los Suarez y otros referentes de organizaciones que emplean la extorsión y el chantaje como arma disuasiva tanto contra el poder público como contra los empresarios del sector privado.
El gremio de los camioneros, cuyo patriarca máximo es Hugo Moyano, tiene una larga historia de bloqueos, extorsiones y amenazas a empresarios de todos los niveles. Hace poco en la provincia del Chaco, una mipyme de materiales de construcción que acababa de abrir sus puertas fue sitiada por los camioneros de Moyano impidiéndole trabajar. Para levantar el bloqueo exigían que 10 de sus 50 empleados pasaran a pertenecer al sindicato local de camioneros. El propietario hizo esta denuncia en medio de una crisis de nervios: “Amenazaron con quemarme los camiones, quemarme el negocio, reventarme a piñas y fundirme la empresa. No podemos seguir así, sin trabajar. Nos están asfixiando”.
Historias como éstas se repiten a todo lo largo del territorio argentino y forman parte de la historia negra del sindicalismo mafioso que hoy se erige como uno de los principales factores disuasivos para la inversión extranjera seria en Argentina.
Es con esta ralea dirigencial que los camioneros paraguayos se han asociado desde 2019 tratando de copiar sus métodos canallescos, intrusivos y delincuenciales.
Reflexionen sobre el camino que han elegido, señores dirigentes. Sindicalismo es el ejercicio de la legítima defensa de intereses ante empleadores y Gobierno. Pero si se mezcla deliberadamente defensa con extorsión, chantaje y violencia, la protesta pierde legitimidad e invade el campo de la ilegalidad perseguible por la justicia.
No copien, por favor, lo peor de las mafias argentinas. Es, una vez que se inicia, un camino sin retorno.
