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Más que un veto, otro mensaje de contramano

Seguimos siendo un país a leña. Si, aunque nos llenemos la boca hablando al mundo de nuestra producción de energía limpia o de nuestras gigantescas hidroeléctricas, la biomasa (leña, carbón, etc.) sigue siendo la principal fuente de energía de gran parte de los paraguayos. Es decir, producimos energía eléctrica de sobra, pero la gran mayoría de lo producido se cede a nuestros países vecinos o se traduce en pérdidas de sistema, mientras nosotros vamos a leña. Aun así la semana pasada, tímidamente y días después de ser refrendado, salía a la luz el veto del Presidente a la Ley de incentivos y promoción del transporte eléctrico en Paraguay, también conocida como Ley de electromovilidad, sumándose así a la lista de iniciativas de incentivo al uso de nuestra energía pero segadas por este Gobierno.

Como siempre ocurre, el veto venía con las debidas justificaciones dadas los Ministerios y Secretarías respecto a la aplicabilidad del proyecto – todas discutibles –, pero ese no es el punto hoy. Va más allá de eso.

No solo estamos entrando al último año de este periodo de Gobierno, también estamos en un contexto muy particular. Como siempre, no nos preparamos de antemano y el escenario global nos enfrenta a una suba drástica de precios de hidrocarburos, causando una disparada de combustibles con todas las consecuencias que eso acarrea al bolsillo de los paraguayos. Y ante este complejo escenario, un Poder Ejecutivo atado, sin saber cómo reaccionar, que probó con algunas improvisaciones pretendiendo endeudarnos más a todos para subsidiar márgenes de pocos, entre otras medidas, pero todas con escasos resultados.

Y finalmente surge este proyecto, muy discutido por cierto en ambas Cámaras del Congreso, y que finalmente podía servir como un primer incentivo a inversiones en transporte eléctrico a corto plazo. Un proyecto que realmente podía dar un giro importante a nuestra matriz energética. Y así, a secas, sin dar alternativas, sin tener en cuenta posibles efectos positivos inmediatos, se les ocurre vetar. Y eso es lo inexplicable.

Es inexplicable porque sencillamente no ofrecen nada a cambio. Es inexplicable porque pasaron cuatro años de este Gobierno, y recién al vetar se les ocurre decir que presentarán otro proyecto, como si el tiempo esperara. Es inexplicable porque algo que podía ser un mensaje positivo para la gente, como una esperanza de renovación del transporte público, de freno a la suba del pasaje, o de oportunidades accesibles en transporte alternativo, directamente se frena. Y todo queda igual.

Ahora toca esperar. A ver si logramos rechazar el veto y así dar ese mensaje favorable. Porque de nuevo, más allá del proyecto, lo grave es el mensaje. La total ausencia de una política energética orientada al desarrollo nos termina restando competitividad y terminamos pagando todos los paraguayos.

Sebastián García
Sebastián García
Diputado Nacional - Compromiso con PYMES e inclusión de PcD.

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