La película “2012”, una de esas habituales pesadillas apocalípticas de Hollywood, finaliza con una escena muy impresionante. Dos astronautas de la estación espacial internacional observan por una ventana a la tierra próxima. Uno de ellos dice: “Mirá la atmósfera, nunca la ví tan limpia y transparente…”. El colapso climático que había arrasado al mundo y provocado una feroz era de hielo se había llevado toda la suciedad suspendida en el aire.
Algo así parece estar ocurriendo ahora, cuando el coronavirus frenó brutalmente toda actividad humana. La atmósfera sobre China, habitualmente opacada por una especie de velo marrón provocado por las emisiones de gases de combustión producto de la quema de carbón y petróleo, está hoy prístina y azul. Tal como se teoriza en ese otro delirio cinematográfico llamado “La tierra sin humanos”, todo lo que tuvimos que hacer fue quitarnos de en medio y dejar trabajar a la naturaleza. El resultado, ficción o realidad, es el que estamos viendo.
Claro que no faltan quienes se apuran a sacar conclusiones sobre los responsables de esta metamorfosis atmosférica. Científicos especializados en el cambio climático señalan que la paralización de los grandes núcleos industriales chinos ha generado un recorte de casi el 25% en la emisión de CO2, lo que ha determinado un aumento de la calidad del aire haciéndolo más transparente y respirable. Suena lógico pero el enfoque es erróneo, según otros científicos que reivindican el papel del CO2 en la vida en el planeta. Lo que ha disminuido, juntamente con el anhídrido carbónico, es la emisión de óxido nitroso y de azufre que, juntamente con la carbonilla producida por la combustión incompleta de hidrocarburos, son los principales factores de polución atmosférica.
El CO2, por otro lado, es invisible y, además, el compuesto esencial para la fotosíntesis clorofiliana, origen mismo de la vida.
Los científicos no se hacen grandes ilusiones sobre la duración de este fenómeno de transparencia. La atmósfera volverá a sus niveles de contaminación anteriores al coronavirus ni bien éste baje su agresividad y se convierta en una endemia más.
Mientras tanto, disfrutemos de una de sus escasas virtudes, ya que sus efectos negativos nos tienen rodeados.