Este pan nuestro de cada día se transforma en una institución en los días santos. Forma parte de la oferta de la gastronomía paraguaya, está hecha a base de almidón, queso, grasa de cerdo o manteca. Está documentado por los misioneros jesuitas que llegaron en el siglo XVII a la región delimitada por los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay que ya existían pan de mandioca elaborado por los indios guaraníes que habitaban toda esa área. Es comida todo el año pero tiene un simbólico consumo en semana santa.
Tiempo en que el creyente da espacio a su tiempo para reflexionar, orar y comer lo que exista en el menú de comidas tradicionales y no típicas, por esto es típico también el ascenso de kilos de los consumidores que no cuiden la cantidad y calidad de sus alimentos.
Se la puede comer en el desayuno, almuerzo, merienda y cena acompañado de la bebida tradicional habitualmente que es el cocido, combinación tradicional hace tiempo ya quebrada por combinar la chipa con café, jugo o lo que sirva para digerir bien lo consumido.
Es un simbólico y útil alimento que sirve para moverlo sin complicaciones de un lugar a otro y puede tener valor de exportación sin problemas al tener una buena y ventajosa presentación.
Parte de la cultura
Tiene distintas formas y figuras de acuerdo a la creatividad de la persona que las cocine. Que en realidad solo es parte de la estética de cada chipa cuyo valor está en el sabor y consistencia suficiente para satisfacer el apetito del comensal.
Si nos referimos al sabor, este también con el tiempo ha “evolucionado”, hoy día tenemos chipa cuatro quesos, con jamón y lo que pueda y dé un gusto distinto a la habitual chipá. Están las que hacen con mani pero lo que más importa es el ritual que rodea su elaboración. El compartir lo vuelve aún mas tradicional y la preparación del horno o tatakua hace que el rito se vuelva ancestral.
A veces prepararlo en exceso hace que dure varios días poniendo en riesgo la dentadura.
Chipá Paraguay nuestra esencia y nuestra cultura de Semana Santa.