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Disfrutar: verbo en modo mundial

Las modas siempre han tenido épocas, generan tendencias y comportamientos en las sociedades. Hoy, casi todo en dimensión global, lo que ocurre en Qatar es visto, oído y comentado en simultáneo a nivel planetario. 

Si hubiera que identificar el verbo más usado en la cita mundial, me inclinaría por el verbo del título. Esta palabra, según fuentes diversas, hace referencia a tener, percibir y poseer un producto y utilidad de algo. Tener alguna condición o característica física, moral en regocijar y usar de la comodidad, conveniencia o de algún obsequio. Tener la amistad o benevolencia de alguien. Lo curioso es que dis (dis frutar) etimológicamente significa negación o contrariedad. Más allá de los orígenes, veamos cómo funciona en tiempo presente. Ana

  • Antes que comenzara el mundial, técnicos, jugadores, exjugadores, familiares, dirigentes deportivos y cuanto invitado o curioso se acercó al aeropuerto de su país para la despedida del elenco nacional, casi a coro, el deseo unánime fue: QUE LO DISFRUTEN.

Hasta allí no había resultados y todos estaban en igualdad de condiciones. La obligada declaración a la prensa que fija la FIFA, so pena de multa, encontró a una variada y multicolor raza de directores técnicos, que, en el ánimo de quitar presión a sus dirigidos, coincidían en el bendito verbo antes de entrar a la cancha: “solo quiero que mis muchachos disfruten de este momento que se da cada cuatro años.”

Mientras tanto, desde los cuatro rincones del planeta, partían poderosos y riquillos, aficionados o no tanto al deporte, pero con una cita ineludible. Hay que estar y no escatimar en gastos. Paralelamente, están los muchachos del tablón -donde aún hay tribunas de maderas- o bien las hinchadas que viven de su trabajo diario, rodeados de innumerables problemas económicos, familias de prole numerosa y con una pequeña diversión el fin de semana: el fútbol. ¿Qué digo en la tribuna el próximo año si no cuento algo del mundial? ¿Con qué cara miro a los demás hinchas, si yo no estuve en Qatar? Dos reflexiones que quitan cualquier sombra de duda y las 24 incómodas cuotas que sufriré mes a mes para pagar, me podrán en el lejano país árabe, que jamás imaginé conocer.

Por un momento, en los aeropuertos se confunden las salas VIP, artistas, famosos, barrabravas y los hinchas comunes, todos mezclados en dulce montón, ataviados con los colores nacionales e igualados por una sensación de ser los representantes de la patria en modo mundial. Las salas de las terminales aéreas lucen desbordadas de pasión e ilusión, todos se sientes ganadores y luego del apretado abrazo de rigor, nuevamente aparece el bendito verbo en la remanida frase: QUE LO DISFRUTEN.

Las rígidas normas del país anfitrión sacan de la burbuja del embeleso a los recién llegados, cuando caen en la cuenta que las bebidas serán sin alcohol, el cariñoso besito de una pareja, luego de un largo viaje, podrá depositarles en la cárcel y ni qué decir del abrazo eufórico de los más machos de la tribuna, que no podrán evadir la sospecha de mantener relaciones, que en tierras Qatarí son penadas con prisión y multa. Si bien el mundial avanza, en estos párrafos aún no comenzamos, pero todo está dispuesto para dejar atrás las fundadas sospechas de los arreglos para designar esta sede contra viento y marea. Los máximos dirigentes de FIFA, tardíamente arrepentidos, dicen que no fue el mejor lugar y varios terminaron en la cárcel y uno de los nuestros aún purga su condena en Estados Unidos.

El número uno de la FIFA y sus seguidores, declaran a diestra y siniestra los compromisos de los árabes en el respeto a los derechos humanos, de las mujeres y otras minorías. Cuando el comienzo es inminente y en medio de la reprobación de diversos equipos europeos, por limitaciones a sus símbolos, logos y otras expresiones de sus respectivos países, todos coinciden en el repetido deseo para propios y extraños: QUE LO DISFRUTEN.

Entrando en la fase definitiva de la mayor cita del fútbol mundial, hay numerosos sobresaltos e inesperadas revelaciones, donde más de un elenco nacional debió aprender a SUFRIR y tuvo que partir apurado de regreso a casa. Otros debieron PADECER el infortunio o la mala estrella y siguieron el mismo camino. Varios nominados como seguros candidatos, mostraron CARECER de la condición básica para continuar y no fueron muy bien recibidos en sus países de origen. El maravilloso esfuerzo brindado no impidió que tuvieran que ENTRISTECERSE, y más allá de la buena faena cumplida, solo hay lugar para ocho elencos. Finalmente, PERDER es una de las posibilidades matemáticas que hay en este tipo de eventos y luego de reclamar a los árbitros, aporrear una pantalla del VAR y maldecir los penales mal pateados, son pocos los retornados que recuerdan aquel cariñoso: QUE LO DISFRUTEN.

La fiesta va a continuar porque el show así lo requiere y hay mucho dinero en juego. A esta altura, en cada cita, habrá 22 millonarios que corren detrás de una pelota y que una vez cada cuatro años se emocionan por la suerte de su selección.

Mientras pasan los días, se descubren otras costumbres del país anfitrión y las severas normas parecen relajarse, según la ocasión como en otros lugares del mundo.

Los masculinos árabes que no permiten usar tacos altos a sus mujeres porque el ruido les perturba y aumenta el nivel de testosterona, no tienen inconvenientes en salir en cuanta selfie ande cerca con la pulposa modelo croata, que no fue censurada en ningún momento por las protuberancias exhibidas bajo un cuadrillé rojo y blanco.

A esta altura ya nadie recuerda al respetado periodista estadounidense Grant Wahl, impedido de ingresar al estadio por utilizar una remera multicolor. El periodista aseguró que el personal qatarí le dijo: “‘Tienes que cambiarte de camisa. No está permitido’”. No obstante, la FIFA, a pesar de las evidencias, continuó repitiendo, como si nada ocurriera: “hemos sido claros al decir que la bandera del arcoíris sería bienvenida en la Copa del Mundo.”  Dos días después el mensaje cambia 180 grados. “La FIFA ha sido muy clara, impondrá sanciones deportivas si nuestros capitanes portan los brazaletes sobre el campo. Como federaciones nacionales, no podemos pedir a nuestros jugadores que se arriesguen a sanciones deportivas, incluidas tarjetas amarillas”, escribieron estas siete federaciones.

Existe una tendencia o creencia que lleva a los individuos a centrarse en el disfrute del presente. Muchas veces, los ejercicios de los derechos mínimos se ven postergados por una cierta actitud permisiva, y la gente desecha logros que costaron siglos, con tal que no se posponga la instancia de disfrutar. Allí está el ruido constante de publicidades y propuestas para estar a la moda, para formar parte del mundo. Los medios de comunicación intentan hacernos creer que, si nos negamos a subir al tren de las tendencias u otras cuestiones consideradas divertidas, dejamos de existir.

Ya en la fase final del mundial, pueden ocurrir dos alternativas: una, que termine ganando el equipo más poderoso económicamente por el valor de sus jugadores. Estrellitas perseguidas por las revistas del corazón y del vanity show, a sol y sombra, que permanecen fuera de sus países de origen la mayor parte del año y solo se reúnen  en ocasión de los mundiales. O bien que reaparezca fulgurante aquella vieja frase del periodista Dante Panzeri sobre el futbol, tan antigua como la pelota que ilustra esta nota: “la dinámica de lo impensado”, y termine ganando el mejor en este hermoso juego, cada vez más atado al entretenimiento de las mayorías, que vuelven a su realidad luego de “disfrutar” un par de semanas.

 

Arturo Enzo Bregaglio
Arturo Enzo Bregaglio
Abogado. Periodista y Lic. Ciencias de la Comunicación. Fundador y director de Radio Sur (Córdoba) y Radio Trinidad/ViVa (Asunción). Vicepresidente por América Latina y Caribe de AMARC (Asociación Mundial de Radios). Numerosos cursos de Comunicación Política y Derecho a la Comunicación en América Latina, Canadá y Europa. Consultor de la organización para la Migración Paraguaya. Gestión de las campañas en Estados Unidos, Brasil, España, Francia, Italia, Suiza y Argentina, para el logro del voto de los paraguayos en el exterior.

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