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Democracia débil

Tenemos elecciones libres, libertad de expresión, de reunión, en fin, libertades básicas, pero debilidades en la cultura cívica y las instituciones, empañadas principalmente por la corrupción de sus dirigentes.

En la antigüedad los griegos advirtieron que el mejor sistema político era la democracia, es decir, el gobierno del pueblo. Se organizaban reuniones en las plazas públicas, un espacio abierto para debatir y analizar lo más conveniente para la vida cotidiana de la polis. Entendieron que la comunicación era una pieza esencial para la democracia y la gobernabilidad.

Los políticos se jactan de que somos un país democrático, pero nuestro sistema es extremadamente débil por varios factores como la corrupción, la impunidad y otros males que afectan al país. Estamos lejos de contar con una democracia medianamente sólida porque los mismos políticos tienen miedo a debatir sus propuestas con miras a las elecciones municipales.

Se ha invitado en varias ocasiones a los ciudadanos a participar de los comicios, pero tampoco les dan la oportunidad de conocer con exactitud a los candidatos, ya que muchos se niegan a participar de las discusiones públicas, principalmente los colorados.
¿Qué se puede esperar de los candidatos que no quieren participar de los debates? Si ahora en plena campaña no son capaces de dar la cara y hablar con los ciudadanos, nos imaginamos que cuando ocupen un cargo público serán peores y que gobernarán alejados de la ciudadanía.

¿Qué quieren ocultar? ¿Tienen miedo de los adversarios políticos? Si quieren estar en la política deben ser aperturistas y bancarse las críticas.

Los debates, los análisis y los consensos siempre son saludables.

Clara Martínez
Clara Martínez
Periodista, politóloga y docente. Egresada en el cuadro de Honor de la UNA

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