Jueces y maestros desnudan una educación más que mediocre
El episodio de los jueces que desconocen la Constitución no es un hecho aislado. Es el resultado de un sistema educativo probadamente ineficiente en la preparación de las personas para los desafíos de la vida, desde los más simples hasta los más complejos.
En setiembre del año pasado, más de la mitad de los educadores que concursaron para el cargo de director de escuela se aplazó al no poder contestar un cuestionario de 40 preguntas. Y eso viene de lejos. En 2019, de los 12.000 educadores inscriptos en un concurso público de oposición para aspirar a un puesto de maestro, sólo respondieron correctamente el test escrito 5.300, apenas el 44%. Lo curioso es que una considerable porción de los docentes agrupados en la OTEP-SN exige que, antes de cargarlos con jornadas de actualización académica, el Estado debería garantizarles un salario básico profesional.
En una de las movilizaciones frente a Hacienda se leía en una pancarta la palabra “profecional”. Ante semejante barbaridad cabe preguntarse quien es más burro, el que pintó la pancarta o quienes, siendo maestros, la desplegaron sin advertir la flagrante falta de ortografía. Ganar mejor, sí, categórico. Pero antes, por lo menos aprender a escribir correctamente, ya que lo que se pretende es ejercer el magisterio.
Si este es el nivel de jueces y maestros, imaginemos cómo estará hoy, después de dos años de pandemia y de aulas vacías, el millón y medio de niños y jóvenes de la enseñanza escolar básica. Las ultimas pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) arrojaron resultados desalentadores pero que guardan proporción con lo señalado sobre educadores y magistrados judiciales. En 2018, sólo el 8% de los alumnos participantes pudo completar correctamente las pruebas de matemáticas. En lectura comprensiva y ciencias, apenas tres de cada diez estudiantes alcanzaron el puntaje mínimo.
En Argentina, sólo el 16% de los estudiantes termina la escuela en tiempo y forma logrando niveles satisfactorios de aprendizaje en lengua y matemática. Los demás llevan materias al siguiente año. ¿Solución? Formosa la encontró. Una resolución del ministerio de Educación provincial permite que los alumnos de las escuelas secundarias pasen de año debiendo hasta 19 materias. Y un detalle: el ministro es, como en el Paraguay, un ingeniero agrónomo.
¿Será contagioso?
