Por Juan Pablo Fernández Bogado
El movimiento antivacunas surge casi al mismo tiempo en el que nacieron las vacunas. Un estudio comprueba que los niños nacidos en el 2019 tienen 72% menos de probabilidades de morir en la infancia si reciben todas las inmunizaciones que corresponden a sus edades.
Así mismo, desde el 2000 hasta la fecha se han evitado 37 millones de muertes de infantes. Se considera que las vacunas son uno de los mayores logros de la humanidad y ya habría salvado 1.500 millones de vidas. Entonces ¿A qué se debe que existan movimientos que estén en contra de las mismas?
En principio se calcula que la desaparición de algunas enfermedades que décadas atrás eran mortales y arrasaban con poblaciones enteras hayan quedado en el pasado genera la sensación de que el peligro no existe más o que de hecho nunca existió, cuando claramente este es una percepción errónea y el aumento en el número de personas que eligen no vacunar a sus hijos ponen en peligro al resto de la población.
Andrew Wakefield publicó un estudio totalmente sesgado y manipulado en la revista The Lancet en 1998, en el que afirmaba que la vacuna de la triple vírica era la responsable de una condición médica inexistente propuesta por este gastroenterólogo, y es así como se sumó un nuevo mito, pero ya con tinte científico que, a pesar de ser desmentido y descartado, aún al día de hoy justifica el planteamiento de los seguidores del movimiento antivacunas.
Se calcula que una información falsa o malintencionada viaja 6 veces más rápido que una información positiva o verídica, y que cuando se intenta desmentir una noticia falsa esta nueva información, solo llega al 50% de la audiencia que recibió la fake news.
Con la hiperconectividad actual, la mala calidad en educación y la desinformación generalizada las audiencias están cada día más expuestas a recibir información dañina, es por esto la importancia de sitios que se dedican a investigar y desestimar las noticias o informaciones falsas dando un halo de luz ante tanto bombardeo por redes sociales y mensajería instantánea.
¿Cómo es que sobreviven las teorías conspiranoicas?
Intentar entender lo que pasa es parte de la psicología humana y como explica en una nota para la BBC de Londres la profesora Kate Starbird de la Universidad de Washington: “Nos resulta más fácil aceptar una teoría de la conspiración en la que alguien maneja los hilos porque la realidad es mucho más caótica y azarosa, y es muy difícil asumir algo así”.
Cualquiera de los argumentos que las contradigan se toman como un refuerzo para explicar que quienes las contradicen son parte de este gran plan mundial y son títeres de las élites que dominan al mundo o como a ellos