Hay cosas, personas y lugares que llaman la atención por reunir características particularmente llamativas o distintas a lo que estamos acostumbrados a percibir. Ahora identificamos un espacio especialmente llamativo por muchos aspectos; se llama “forest city” o ciudad forestal, es un ambicioso complejo de viviendas chinas en Johor, en el extremo sur de Malasia, fue construido con capital chino por US$100.000 millones. Y en la red la encontramos etiquetada cómo la “ciudad del futuro”.
En el momento de su construcción el boom inmobiliario chino estaba en pleno apogeo, los desarrolladores recibían préstamos de cantidades impresionantes para construir propiedades tanto en su país como en el exterior, dirigidas a compradores de clase media.Los mismos que buscan escapar de su cotidiana vida en medio de las hipersaturadas y cargadas ciudades por personas, vehículos, smog y todo lo que nos haga mal y que se inserte en nuestro cuerpo por los sentidos, dejándonos mal de alguna forma en un tiempo específico.
En Malasia, el plan de Country Garden era construir una metrópolis ecológica con campo de golf, parque acuático, oficinas, bares y restaurantes. La empresa dijo que Forest City llegaría a hospedar a casi un millón de personas.
Ciudad Forestal Shijiazhuan ocupa una superficie de 225 hectáreas y su atractivo principal es que está hecha justo al lado del mar y usando la naturaleza, flores, árboles y todo lo que tenga que ver con nuestra flora no solo cómo decorativo del espacio sino literalmente es un ciudadano más en medio de sus calles, luces,vehiculos y todo lo que haga incomodo un lugar en particular. El plan de Country Garden era construir una metrópolis ecológica con campo de golf, parque acuático, oficinas, bares y restaurantes. Esta ciudad está preparada para hospedar a casi un millón de personas.
Una manera de vivir diferente
Existe mucha información para la persona interesada en saber más sobre la misma. Forest City se anunciaba como «un paraíso soñado para toda la humanidad» aunque, en realidad, se dirigía directamente al mercado nacional chino que al cambiar sus modos de vida, infraestructuras, demandas y necesidades también buscan cambiar sus espacios de vida o trabajo. Para los compradores chinos, la propiedad sería una inversión que podrían alquilar a malasios.
Como a Nazmi, ingeniero informático de 30 años que se mudó a Forest City, una urbe que puede ser utilizada también como casa de vacaciones. Un capricho de los que puedan y quieran tener otro lugar propio donde pueda descansar de la “loca ciudad” cómo dice una canción argentina. País que tiene ciudades de mucha gente y no se parecen mucho o nada a la ciudad forestal malaya. «Este lugar es escalofriante», dice Joanne Kaur.
Una de las pocas residentes afirmó que «Incluso de día, cuando sales por la puerta principal, el pasillo está a oscuras». Ella y su marido viven en la planta 28 de una de las torres; son los únicos en toda la planta. Al igual que Nazmi, son inquilinos y, también como él, piensan marcharse en cuanto puedan por las grandes diferencias que presenta con nuestras “habituales ciudades”. Que pueden tener algo de la ciudad forestal si empatizamos bien con la naturaleza y la integramos a nuestros espacios de vida y trabajo.
Uno que puede tener una plantera en el pasillo o espacio abierto para la hora de descanso por la energía que nos da el ver o escuchar nuestro entorno natural para vivir mejor pero la vida en esos ambientes no parece convencer a todos.-