Manos amputadas, dedos perdidos, quemaduras de tercer grado pueden opacar una noche significativa y especial para pasarla en familia por la irresponsabilidad de los adultos. En muchos casos el manipular artículos de estruendo en estado etílico representa un riesgo para misma persona y en otros casos la inconsciencia de dar a menores bombas del que su uso no es permitido para su edad.
Jesús Marín, Jefe de servicio de cirugía de mano de Emergencias Médicas explicó que cuando llegan las fiestas de fin de año, existen dos instituciones del Ministerio de Salud que mayores pacientes reciben trabajan para los casos del uso irresponsable de la pirotecnia, el emblemático Hospital de Trauma y el Centro Nacional del Quemado.
El doctor Marín informó que solo entre la noche buena y navidad se tuvo ocho casos quirúrgicos en Emergencias Médicas, de los cuales siete fueron niños de entre cinco y catorce años, aproximadamente.
Dos de los niños sufrieron lesiones oculares, uno de ellos perdió la visión y el otro se lastimó la córnea. Asimismo, el especialista señaló su preocupación hacia la cantidad de quemados que también se reportan en estos casos.
Un infante viajó de Concepción hasta la capital del país por haber explotado un fosforito dentro de un balde que contenía combustible inflamable. El niño posee 14% de quemaduras en el cuerpo y está en terapia intensiva, indicó Marín.
Otro dato alarmante que mencionó el especialista en manos fue el aumento de niños y adolescentes afectados. En octubre se tuvo un paciente. En noviembre dos pacientes. En diciembre siete pacientes antes del 24.
“Diez pacientes antes de la navidad, de los cuales el 50% fueron criaturas y el resto adultos, ese es el problema que estamos enfrentando”, sostuvo.
INCONSCIENCIA QUE VA EN AUMENTO
En el 2018 pasado hubo 17 casos, en el 2017 unos 23 casos y en el 2016 otros 21 casos, de todos esos heridos, según el doctor Marín, más del 50% fueron de menores de edad.
La persona más joven que ingresó con lesiones debido a la imprudencia con la pirotecnia fue una niña de dos años, la misma se voló la mano mientras sus padres estaban en otra pieza, el hecho ocurrió el pasado 5 de diciembre.
“Se están creando varios heridos por inconsciencia, irresponsabilidad y ausencia de autoridades”, sostuvo Marín.
Existe otro joven de 14 años al que los artefactos de estruendo le destrozaron la mano, el mismo tendrá dificultades para escribir, y requerirá de volver a aprender a escribir con la otra mano, señaló Marín. Añadió que se requiere de otros especialistas para volver a adaptarse.
CONSECUENCIAS
Para el especialista y siendo optimistas, en el momento que un paciente entra hasta que se reinserta en su lugar laboral o escolar, el cual lleva meses e incluso años, una cirugía cuesta aproximadamente entre G. 30 a G.70 millones dependiendo de la gravedad y se realizan de tres a cinco intervenciones dependiendo del caso, luego viene la rehabilitación, agregó.
El año pasado, con 17 heridos y en el caso que solo se gaste G.50 millones en las cirugías de cada uno, eso representa G. 850 millones que pagan todos los ciudadano, calculó.
“Por qué tengo que pasar la irresponsabilidad criminal de manipular un artefacto pirotécnico de una criatura de entre dos y catorce años”, reclamó. Asimismo, también sucede en los adultos que se accidentan por jugar imprudentemente con pirotecnia en estado etílico, que termina recurriendo a los hospitales públicos porque sus seguros no les cubrirá este tipo de irresponsabilidades. Por otro lado, resaltó que en los niños queda ese estigma social o el llamado bullying que les perseguirá toda la vida.
PADRES PODRÍAN PERDER LA PATRIA POTESTAD
En el uso de sus facultades, la fiscalía informó que los padres que violen el deber del cuidado de sus hijos podrían tener desde multas hasta tres años de cárcel. En el caso de los niños internados por graves quemaduras, la fiscalía se acercó hasta el Hospital del Trauma para investigar el hecho.
Asimismo, la ministra de la Niñez, en diferentes medios indicó que los padres son los responsables del cuidado de sus hijos, incluso son los mismos que le compran los petardos y ni siquiera los supervisa.