El denominado «cártel de confort» nace en Chile en el año 2000, justamente el año en que una nueva empresa fabricante de papel higiénico, servilletas, toallas de papel, pañuelos desechables y faciales, iniciaba sus operaciones en el mercado.
Como es natural, el ingreso de un nuevo competidor desató una batalla por ganar y mantener la preferencia de los consumidores a través de mejorar los precios y mantener la calidad; sin embargo, esta deseada competencia duró muy poco, pues se fraguaron acuerdos ilegales entre las empresas CMPC Tissuey SCA (hoy llamada Essity) con el objeto de mantener los precios al alza, no disminuir sus márgenes de ganancia y repartirse el mercado, frente al ingreso del nuevo competidor.
De acuerdo a un informe emitido por la Fiscalía Nacional Económica de ese país, la renta monopólica o ganancia total que obtuvieron las empresas implicadas en el acuerdo ilegal es de aproximadamente 400 millones de dólares (haga usted la conversión a guaraníes e intente pronunciar la interminable cifra que bordea los 3 billones). La ganancia se dividía entre las dos empresas de manera porcentual de tal forma de un 76% era para la CMPC y 24% para SCA.
En enero de este año 2020, tras casi seis años de investigaciones y juicios, la Corte Suprema chilena condenó por colusión a las empresas citadas y sancionó con una multa equivalente a 15 millones de dólares a cada una (alrededor de 1 billón de guaraníes).
Este caso se ha convertido en uno de los más grandes y emblemáticos en el país de la costa del Pacífico, debido a su extensión ene l tiempo y la agresividad del mismo frente a los consumidores.
Queda claro que las investigaciones y juicios no son fáciles ni rápidos debido a las complejidades que se deben desentrañar, pero resultan indispensables para mantener una competencia saludable en el mercado en pro del mejor interés de los consumidores.