El medio RCN noticias informó que fueron capturados en Colombia un total de cuatro colombianos y un venezolano vinculados al asesinato del fiscal Marcelo Pecci, quien fue baleado en una playa de dicho país durante su luna de miel.
El mismo medio también detalla que el plan se gestó con la llegada de Marcelo Pecci a Colombia. El 5 de mayo cuando el fiscal recorría con su esposa Cartagena, en Envigado se reunieron cinco hombres y una mujer para planear el asesinato.
La mujer y un individuo de 23 años tenían la misión de reportar cada uno de los movimientos de los recién casados. Informaron cada una de las paradas de la pareja.
Dos hombres venezolanos y un colombiano, oriundo a Cartagena, fueron los encargados del ataque. Los venezolanos atacaron al fiscal, mientras que el colombiano fue el encargado del transporte.
El encargado de la operación fue de Medellín a Santa Marta y desde allí por tierra a Cartagena, se hospedó cerca de donde se hospedaron sus cómplices. En la recepción dejó la orden de dejar pasar a los encargados de seguir a Pecci y su pareja.
Después de dos días de seguimiento, el colombiano encargado del transporte alquiló un vehículo de gama media para utilizarlo en los alrededores del lugar donde se produciría el atentado.
Un día antes del ataque se produjeron dos movimientos; la mujer y el joven de 23 años se hospedaron en el hotel Decameron pagando la suma de 2,7 millones de pesos colombianos por dos noches de alojamiento (alrededor de G. 10 millones). El objetivo fue estar más cerca de las víctimas.
Al mismo tiempo, los tres hombres recorrían las playas del hotel para definir la ruta a tomar y ver el lugar del desembarco. Ese día previo hubo un intercambio de más de 60 llamadas entre los autores del crimen.
El día del atentado, los trabajos comienzan a las 6 de la mañana. Los venezolanos van a alquilar el jet ski y recorren las playas del hotel hasta esperar información sobre el paradero del fiscal.
Cerca de las 10 menos cuarto, la mujer y el joven de 23 años avisan sobre donde Pecci se encontraba reposando. En cinco minutos, los sicarios llegan hasta el lugar, uno desciende y acaba con la vida del mismo.
Posteriormente huyen de la playa, devuelven el jet ski y abordan el vehículo rentado que los estaba esperando. En transporte público se fueron hasta Medellín (630 kilómetros de distancia y 12 horas de viaje) donde permanecían escondidos. El autor intelectual pagó a la banda US$ 120 mil por el atentado (G. 825 millones).
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