En pleno cierre de inscripciones, lo más difundido en los últimos días fue la inmensa cantidad de candidatos de cara a las municipales a nivel nacional. Es una cuenta regresiva en la que muchos buscan ser reelectos, mientras que otros pugnarán por los cargos de intendente o concejales por primera vez. Esta campaña tiene un agregado peculiar y es la campaña mediática en base a figuras y no en base a propuestas. Entre los postulantes tenemos a influencers, figuras de los medios, figuras públicas y viejos exponentes de la política, en sus mejores y peores ejemplos. Son contadísimos los candidatos que hablan de lo que falta en sus ciudades y no de quiénes son o porqué decidieron trabajar en política. La falta de propuestas serias que solucionen problemas estructurales en las ciudades es preocupante en momentos en que varias comunidades están declaradas en emergencia por diversos problemas.
En un escenario ideal y en lugar de solo atacar a oponentes, los candidatos deberían proponer planes de cómo mejorar el desagüe de la ciudad; cómo trabajar de cerca con las comisione vecinales; qué hacer con los patios baldíos; cómo solucionar el problema de la basura; cómo generar zonas más inclusivas; cómo mejorar el transporte público interno que ofrece un pésimos servicio en la actualidad; cómo atacar la evasión inmobiliaria. La lista es realmente interminable. El descontento ciudadano con respecto a los candidatos exige una reflexión profunda y un cambio de actitud urgente con lo que tiene la figura política para ofrecer. Las urbes necesitan de menos fanáticos del candidato o del color y más fanáticos de los planes para todos. No todo en redes sociales o campaña política es tener la mejor foto o el mejor equipo; lo que importa es el legado real al que se comprometen a dejar en las ciudades.