Ciertamente los expertos están de acuerdo en que estos incendios representan un catastrófico comienzo para lo que ya se veía -debido al cambio climático- como un sombrío futuro para la flora y fauna australianas.
Y es que los incendios forestales no sólo queman a los animales, sino que crean eventos de hambrunas. Las aves pierden sus árboles de reproducción y las frutas e invertebrados que los alimentan.
Los mamíferos que viven en la tierra y que logran sobrevivir emergen de los incendios para encontrar terrenos abiertos sin lugares para esconderse, algo que los ecologistas describen como «campos de cacería» para gatos salvajes y zorros. «Muchas decenas de especies amenazadas han recibido un duro golpe en estos incendios», le dijo al diario The Guardian la profesora Sarah Legge, de la Universidad Nacional Australiana.
En algunos casos, agrega, «casi toda su distribución ha sido quemada».
«Es como si hubiéramos alcanzado el punto de inflexión que ya habíamos pronosticado que llegaría como consecuencia del cambio climático. Ahora nos encontramos en territorio desconocido», agrega la experta. A medida que incendios forestales masivos devastan franjas de Australia y refuerzan el debate sobre el impacto del cambio climático, datos del gobierno muestran que la nación nunca ha sufrido un año más caliente o más seco que 2019.
La temperatura promedio del año pasado fue de aproximadamente 1,5 grados Celsius superior a la media de 30 años, según datos de la Oficina de Meteorología, que se remontan a 1910. Entretanto, la precipitación cayó a su nivel más bajo en cifras que datan hasta 1900. La agencia gubernamental tiene previsto publicar las cifras finales y su informe climático anual la próxima semana.