Se entiende que personas que han disfrutado de la hospitalidad del gobierno de Taiwán rompan una lanza por su anfitrión ante la disyuntiva de que el Paraguay siga relacionado con la bella Formosa (que así la bautizaron los navegantes portugueses al avistar la “hermosa” isla en el siglo XVI) o haga un switch diplomático hacia Beijing. En el debate abierto se habla de soberanía, chantaje diplomático, extorsión económica e incluso de aquella antigualla de los ’70, los “chinos rojos”.
Es cierto que Taipei suele tener algunos gestos de generosidad materializados en donaciones, aportes no reembolsables, becas y presentes diversos. Los destinatarios de esta dadivosidad son personas concretas, algunas áreas del Estado y, sobre todo, funcionarios de gobierno que viajan con frecuencia a disfrutar de la hospitalidad isleña. Pero más allá del intercambio fraternal y generoso, son las economías las que marcan la pauta y determinan el balance de ganancias y pérdidas. Y la realidad con Taiwán es pálida: en 2018 nos compraron por US$ 36,7 millones de dólares y en lo que va de 2019, US$ 23 millones. En suma, Taiwán “pesa” en nuestra tabla de exportaciones un 0,4%.
Uruguay, con la mitad de nuestro territorio y población, ya le vende a China por US$ 2.600 millones (2018), siendo la carne y la soja los rubros estrella. El país entabló relaciones diplomáticas y comerciales con Beijing en 1988 y no se puede decir que los uruguayos hayan resignado soberanía o cedido a chantajes. Y obsérvese este detalle: les llevó 30 años cerrar un acuerdo para exportar al país-continente carne congelada, soja, subproductos cárnicos, pescado y productos de mar, artículos de limpieza, cuero y sus manufacturas, lana y tejidos, miel natural, madera, productos de madera y arroz. ¿No suena familiar esta bandeja? Porque excepto el pescado y la lana, todo lo que los chinos le compran a Uruguay también se produce aquí.
Es hora de que la diplomacia paraguaya asuma con madurez y realismo su papel. El país debe elegir entre la dádiva y los requechos o entrar definitivamente a las grandes ligas del comercio exterior. En 2018, nuestros consocios del Mercosur colocaron en China exportaciones por US$ 71.000 millones y las inversiones de ese origen crecen a ritmo acelerado en la región.
Nosotros, mientras tanto, lo miramos por TV.
¿Hasta cuándo?