Editorialista de El Independiente (Milwaukee – USA)
El martes 21 de enero, 2020, en el Senado de los Estados Unidos de América empezó el juicio político contra el Presidente Donald John Trump, esta ocasión llama para reflexionar sobre la majestad de este histórico momento. Todos en EE.UU. están meditando sobre el excepcionalísmo y los valores de transparencia, democracia en acción y sobre el añejo sueño americano.
El primer día del juicio para destituir al Presidente TRUMP presento intercambios contenciosos entre el equipo de defensa del presidente y los gerentes de la Cámara de Representantes, Adam Bennett Schiff y Jerrold L. Nadler que actuaban inconstitucionalmente como acusadores arrogantes, mientras los senadores demócratas instaron a votar a favor de llamar testigos, como el Embajador John R. Bolton y al Jefe de Gabinete (Casa Blanca), John Michael «Mick» Mulvaney. Estos acontecimientos marcan solo la tercera vez en la historia de EE.UU. donde un presidente enfrenta acciones para ser removido de sus deberes.
En su discurso Adam Schiff presento los argumentos que tienen por base a acusaciones falsas emitidas por varios funcionarios anónimos del Departamento de Estado sobre “el abuso del poder cometido por el presidente Trump; y el caso del apoyo en materia de defensa al Gobierno de Ucrania en Septiembre, 2019.” Por otra parte el Representante del Presidente, Pat Cipollone, les invito a los demócratas de respetar el debate cívico y pedir perdón a la ciudadanía por presentar falsos argumentos que no tienen ningún respaldo legal y acusatorio. Además el Congresista Schiff se demostró muy arrogante y repetía conclusiones en base de deducciones psicológicas las cuales revelaban abiertamente actos de corrupción cometidos por Joseph Biden, ex Vicepresidente de EE.UU. En realidad este caso judicial contra el Presidente Trump es muy flojo y una peligrosa perversión de la constitución.