En el caso BASA, la verdad ya brilló una vez y volverá a hacerlo
En este grupo editorial ya nos hemos acostumbrado a las amenazas. El lenguaje desencajado y cuasi mafioso del comunicado dado a conocer por el banco BASA el día de ayer es indicativo de que sus responsables han perdido toda medida en sus dichos y sus acciones. El anuncio está cargado de torvas advertencias en el sentido de que se tomarán inmediatamente “nuevas y más drásticas acciones judiciales contra el referido medio -el diario 5días, de este grupo- y sus responsables editoriales a fin de que asuman las consecuencias civiles y penales de sus falsas e irresponsables publicaciones”.
Del tema técnico propiamente dicho se encarga 5días en su edición de hoy. Nosotros vamos a ocuparnos del intolerable tono pendenciero que rezuma la citada comunicación del banco en cuestión, cuyos directivos pretenden llevarse por delante nada menos que la Constitución nacional con sus amenazas públicas llenas de solapado contenido mafioso.
El empleo de los medios de comunicación es de interés público consagra la carta magna. Por lo tanto, pretender coartar su funcionamiento mediante procesos judiciales sin fundamento es un atentado directo contra la libertad de expresión, de prensa e información. Le refrescamos la memoria a los directivos del banco, quienes deberían ir con más cuidado en esta práctica de entablar querellas dado que su experiencia anterior con estos medios le ha sido desastrosa, perdiendo en primera instancia. En esa causa, en la que estuvo envuelta la misma institución bancaria que hoy nos amenaza, la verdad iluminó un proceso de resonancia internacional y así ha quedado registrado en los estrados judiciales paraguayos.
La libertad de prensa es una garantía constitucional cuyo primer destinatario es el ciudadano que tiene derecho a informarse sobre temas de su interés directo y de importancia capital para la marcha de las instituciones del país. Este es el primer obstáculo con el que tropiezan los aspirantes a dictadores y tiranuelos de todas las calañas. Y si no, preguntemos cómo le va a la prensa en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Y también es una molestia para quienes, escudados en fortunas descomunales, copan el poder político y colonizan la justicia desde donde bloquean investigaciones, compran voluntades y sueñan con callar voces libres.
A este grupo de medios, las proclamas pendencieras no lo afectan. Antes que eso, lo estimulan a redoblar esfuerzos por hacer triunfar la verdad.
