Yeruti Salcedo. Enviada Especial Sinaloa, México
Durante años, cantantes mexicanos, conocidos como música grupera elogiaron y enaltecieron las aventuras de los narcotraficantes, pero sus aparentemente inocentes canciones se volvieron mortales en medio de la cada vez más violenta guerra de los cárteles de la droga.
Empezando la reunión editorial, en el segundo día de consultoría en diarios impresos que vine a realizar en Culiacán, pregunté al periodista de espectáculos ¿Qué tenemos para mañana? a lo que me contesta: una entrevista a los Dinámicos del Norte. Al instante se me vino a la cabeza la palabra, narcocorridos.
Ni los cantantes se salvan en este Estado mexicano, desde que llegué la primera vez a Sinaloa hace un mes atrás, no dejo de escuchar en los noticieros relatos sobre asesinatos a grupos musicales pertenecientes a cárteles de Sinaloa, los famosos narcocorridos.
Los crímenes entre los cárteles permean en los bares, fiestas y conciertos, donde los sicarios asesinan a músicos, que, según creen ellos, toman partido de bandas enemigas, allí la pelea se hace inminente y casi siempre termina en la muerte en manos de un cártel rival.
A raíz de esta situación decenas de pequeñas bandas están dejando el negocio por temor a trabajar en las suntuosas fiestas de los narcotraficantes, la ruta más fácil para ganar dinero como músico.
Recitar las gestas de los barones de la droga conduce con frecuencia a la muerte, ésta situación es sin lugar a dudas el reflejo de una sociedad en crisis, tomada por los líderes de negocios ilícitos que no solo queda en el Noroeste mexicano, se expande a toda latinoamérica sin que nadie haga nada para frenarlo.
La conclusión a la que llegué, mientras el periodista me seguía contando sobre la entrevista que realizó a los Dinámicos del Norte, fue que la música se llena de tragedia, y no debería salir un solo día a tomarme alguna cerveza en algún bar de aquí donde se presentan estos artistas.