No falta agua, falta capacidad de gestión
Juan Domingo Perón, el caudillo populista que transformó la Argentina del siglo XX, decía que la mejor manera de lograr que algo no funcione es formar una comisión. Que esta sentencia tenga casi un siglo de existencia no implica que haya caído en el olvido. Al contrario. La praxis local lo prueba, con la creación de la denominada Comisión Interinstitucional de Emergencia Hídrica, cosida a los apurones con la esperanza de solucionar los problemas causados por la escasez de lluvias y sus efectos directos como la sequía, la bajante de los ríos y el descenso de nivel de las napas freáticas de las que se surten de agua potable millones de paraguayos.
Ahora bien, ¿hacía falta armar una comisión para abordar todos estos asuntos? ¿No existen acaso instancias superiores suficientes creadas por ley? Veamos un solo ente.
En el año 2.000 fue instituido mediante la ley 1.614 el Ente Regulador de los Servicios Sanitarios (ERSSAN) cuya misión esencial es asegurar que la provisión de agua potable sea prestada “en condiciones de continuidad, sustentabilidad, regularidad, calidad, generalidad e igualdad, de manera tal que se asegure su eficiente llegada a los usuarios, la protección de la salud pública y del medio ambiente con utilización racional de los recursos”. Luego la ley entra en detalles minuciosos a lo largo de sus 40 páginas de cláusulas regulatorias y punitivas para el incumplimiento de lo legislado. Tres de ellas son claras y contundentes: compete a ERSSAN establecer un sistema normativo que garantice la prestación y continuidad del servicio. También promover la expansión del servicio a toda la población mejorando su calidad a fin de situarla a niveles aceptables. Y finalmente, “regular y proteger adecuadamente los derechos, facultades y atribuciones, y controlar el cumplimiento de las obligaciones de los usuarios del servicio, del titular, de los prestadores y del ERSSAN”.
¿Qué parte de esta enjundiosa ley no se está entendiendo? El Paraguay disfruta de un patrimonio hídrico envidiable en términos de metros cúbicos de agua por habitante, aún en periodos de sequía.
Tenemos agua, tenemos leyes, tenemos entidades y superabundancia de funcionarios. ¿Y si el Presidente probara patear algunos traseros a ver si todo esto funciona de una buena vez?
Porque de comisiones ya estamos hasta el cuello.