martes, diciembre 2

Alienación social / Félix Giménez

Poco se habla de que la alienación social es uno de los fenómenos más inquietantes
del mundo actual. A medida que la tecnología avanza y las interacciones se digitalizan,
muchas personas se sienten desconectadas de su entorno. Esta desconexión no solo
afecta las relaciones personales, sino también la percepción de pertenencia a una
comunidad. Vivimos rodeados de gente, pero cada vez más aislados emocionalmente.
La soledad se ha vuelto una norma.

La economía también contribuye a esta alienación. El trabajo se ha convertido en una
rutina mecánica, donde los individuos pierden sentido de propósito. Las exigencias
laborales y la competitividad deshumanizan a los laburantes, reduciéndolos a piezas
remplazables. Esta pérdida de identidad genera frustración y apatía. El ser humano
necesita sentirse útil, como también valorado.

El consumismo refuerza esta desconexión. Se nos enseña que la felicidad se puede
comprar, que el éxito se mide por lo material. Esta lógica nos aleja de vínculos
genuinos y fomenta relaciones superficiales. En lugar de compartir experiencias,
compartimos productos. La alienación se disfraza de libertad, pero en realidad nos
limita en un ciclo vacío.

Para combatir la alienación social, es mandatorio reconstruir el tejido humano.
Fomentar espacios de encuentro, diálogo y empatía como máximas prioridades. La
tecnología debe servir como puente y no como un muro. Hay que revalorizar el tiempo
compartido y el sentido comunitario que más que es necesario. Solo de esa manera es
que podremos intentar recuperar lo que nos hace verdaderamente humanos: la
conexión social.