No soy nadie para dar consejos en relación a primogénitos porque todavía no los tengo, solo me queda leer o hablar con auténticos padres o leer a personas que investigan y escriben o hablan al respecto y compartir sus conclusiones.
Hace poco me pasaron una entrevista hecha a Mar Romera que es una psicopedagoga alemana con hijos, en la misma dice; “No quiero que mis hijas sean felices… Quiero que aprendan a fracasar”. Algo que puede llamar la atención de cualquiera en el mundo que desee ver siempre cómodos y felices a sus hijos y no necesariamente apenados, tristes o con un espíritu de fracasados.
También agrega que no hay una fórmula única para educar. De hecho, no existen recetas. Al ser padres se aprende cómo a ser hijos, la clave se encuentra en estar dispuestos a aprender y aplicar bien lo aprendido en la vida de los miembros del equipo familiar.
Romero explica que las palabras son como el cerebro, hay que entrenarlas mucho para que salgan fácil. La psicopedagoga enseña el valor de todas las emociones.
En sus charlas suele decir que no quiere que sus hijas sean felices. Una afirmación bastante dura. Cómo la vida misma. Un viaje en el que nos encontraremos con personas y situaciones que nos probaran y desafiaran para conocernos y probar de qué madera estamos hechos siempre, por ese motivo Romero insiste que es óptimo criar a un hijo con desafíos que les enseñen a través de la experiencia de cometer errores, sin exagerar por supuesto para evitar lastimarlos y que terminen teniendo cicatrices fisicas o psicologicas de las lecciones que algo deberan dejar cómo lección algo para que estudien, trabajen y vivan fortalecidos y confiados en sí mismos para hacer frente a cualquier reto que se propongan.
Muchos de esos desafíos no se presentan cómo fáciles, llevaderas o cómodos, cualquier competencia a la que deseemos participar exige preparación, entrenamiento y sobre todo el conocernos bien hasta dónde podríamos aguantar la prueba a la que nos enfrentaríamos. Más allá de estar en condiciones físicas o conocer bien las fórmulas o lo enseñado en una clase, demanda un equilibrio justo entre las emociones y la razón. Sin dejar que una domine a la otra que están físicamente en nuestros cráneo porque cada encéfalo representa lo que sentimos y reflexionamos.
Aprender a distinguir
Al respecto la psicopedagoga resalta que “hemos confundido el concepto de placer y el de felicidad”. Pensamos que la eterna vivencia de placer es lo que da la felicidad y esta tesis nos lleva a las circunstancias de problemas de salud mental que se viven hoy.
No equilibrar los momentos de placer con los de felicidad nos llevan a que exageremos con una comida o actividad en particular cómo la compra de lo que sea que aunque generen hormonas de alegría y satisfacción cómo la endorfina, oxitocina y dopamina, nunca está bien exagerar lo que sea aunque sintamos que nos haga sentir bien, un secreto que varias industrias ya conocen. Porque estudian el comportamiento humano ante cualquier producto lanzado al mercado.
Comportamiento, reacción o formas de pensar que tocan a cada padre evaluar desde la concepción de sus hijos hasta el fin de sus vidas, no solo para controlarlos bien, sino sobre todo para ayudarles a vivir sin dificultades. Tarea de toda madre y padre siempre, porque desean lo mejor para sus primogénitos, porque el traerlos preservarlos con vida y salud no fue ni es nada fácil, por los costes y la fortaleza espiritual y paciencia que demanda estar a cargo de personas que existen para aprender y hacer bien las cosas en su vida sin ser víctimas de los riesgos y amenazas que tiene la vida para todos siempre.