Benjamín Fernández Bogado / Noticia Destacada.
Castigar la corrupción ha sido desde los tiempos de la democracia paraguaya una de las cuestiones más difíciles, algunos creen que es un problema de carácter institucional, que fiscales, jueces, todo el aparato de justicia está al servicio de la corrupción y no en contra de ella.
Para otros estos sentimientos de impunidad que rodea gran parte de las acciones delictivas tiene que ver con lo que Gary Becker, el premio nobel de economía, afirmó que es la llamada economía del crimen que es cuando alguien que comete un hecho ilícito tiene muy pocas posibilidades de ser sancionado.
En el Paraguay, una persona que comete un crimen solo tiene 5% de probabilidades de ser investigado y 1% de ser castigado. Si alguien tiene el 99% de posibilidades de zafar de una sanción por su hecho delictivo, es poco probable que se estimule la sensación de que realmente el que las hace, las paga.
En el Paraguay es completamente al revés, el que las hace tiene muchas posibilidades, demasiadas, para que nunca llegue a pagar sus consecuencias. La economía del crimen en Paraguay es altamente rentable para aquellos que viven en el delito y no para aquellos que buscan combatirlo y sancionarlo.